Hace 18 años empecé a hacer patchwork y mi profesora nos decía que no tiraramos los orillos ya que con ellos se podían hacer pequeños trabajos, aunque con el tiempo he podido comprobar que algunas quilters han hecho preciosidades con ellos.
Desde entonces, he ido guardando y tengo varias cajas con ellos.
Ahora le ha llegado el momento de poder disfrutarlos.
Hice una selección de colores y mi mesa de trabajo ha estado una temporadita llena de orillos agrupados por color.
Los fui cosiendo sobre una entretela y tenía la misma sensación de cuando he hecho algún trabajo con la técnica de log-cabin. El coser e ir buscando colores para que el bloque que estaba hciendo estuvieran coordinados los colores, me ha resultado algunos días un poco adictivo.
Los bloques ya recortados, me invitaban a hacer otro y otro.
En total he hecho 11 bloques con estos tonos.
No sólo he disfrutado montando los bloques, sino al ir recordando las telas y en que trabajos las había utilizado.
Ha sido como repasar la memoría a través de todos estos años de costura, sobre todo en esas telas que he utilizado para hacer cosas a mis nietos y a algunos niños que están a mi alrededor.
Hechos estos 11 bloques, he empezado a darles forma.
Dos mini carteras, bien para llevar las monedas sueltas, o las tarjetas. Y otra combinada con patchwork.
Ya no están en mi poder, me encanta coser, y regalar.
Ya tengo otras dos preparadas, con las cremalleras; que por cierto también reciclo los trozos que me sobran de las grandes que utilizo. Luego le pongo el carro de otro color y quedan tan monas.








